Salvo que alguien me saque del error a base de ejemplos, de las cosas peor tratadas por la música y las canciones es el café. A veces apuñalado en su liquidez por ritmos y letras merecedoras de pasar por el molinillo; pero alguna se puede entresacar.
Debo chochear, porque me estremece la estrofa “De vez en cuando la vida toma conmigo café”. No estaría mal a mi edad, el problema es que ya me estremecía hace 35 años, en el verano del 83…
A Dylan hay que escucharlo en vinilo, pero no por un ñoño comportamiento vintage, sino porque de esa forma en cada momento de cada canción se puede comprobar que el disco sigue siendo redondo y no se ha hecho elíptico.